DAME MEDIA HORA MÁS
Cuando llegó, lo
pilló todavía en la cama.
Toberal Rodel había pasado media noche en vela y a esas horas dormía plácidamente.
Se sobresaltó al
verla allí sentada, en la única silla que había en la habitación.
Al principio
pensó que estaba dormido, que formaba parte del sueño, solo el frio excesivo
que había en la estancia lo puso alerta; era más que primavera, los días habían
sido muy templados, no era normal esa temperatura, y menos a esas horas de la mañana.
Cuando la miró a
la cara, se le dispararon todas las alarmas; su rostro pálido, casi blanco, sin
edad lo miraba con insistencia, rogándole que se marchara con ella.
No se le ocurrió
otra cosa que pedirle media hora…
Toberal le dijo:
-Dame media hora, tengo asuntos pendientes.-
Sin decir
palabra alguna ella asintió y permaneció impertérrita sentada en la única silla
que había en la habitación.
Toberal Rodel,
buscó en la percha una camisa y un pantalón, se vistió lo más rápido que pudo y
salió precipitadamente de su casa dejando la puerta abierta;
Bajó las
escaleras de cuatro en cuatro, a punto estuvo de perder el equilibrio y dar con
su acelerado cuerpo en el suelo.
De pronto, en la
calle, no sabía que dirección tomar. Todo había sido muy rápido y se maldecía
por no haber pedido más tiempo.
Sí, lo primero
sería dar una vuelta por el parque y despedirse así de su niñez, de aquellas
tardes cálidas de verano que convertía en su reino todo el espacio de arena.
Vio pasar por su retina cientos de instantes de una vida ¿su vida? Algo no va
bien, pensó.
Se acordó de
María, iría a decirle lo que nunca hasta ese momento había sido capaz, le diría
que la quería. ¿Le quedaba tiempo? Miró el reloj, ahora el que estaba pálido
era él.
Corrió por
calles y avenidas llenas de gentes, apenas le quedaba aliento. Le sorprendió el
estridente ruido de un claxon que le anunciaba que se apartara.
Sus piernas se
iban aflojando, consiguió llegar hasta la puerta y allí estaba ella de nuevo,
sonriente, tendiéndole la mano, dispuesta a iniciarlo en un viaje infinito. El
miró hacia atrás y solo vio oscuridad, la imagen de María parecía una estampa
en la niebla.
En un último
intento tendió la mano…pero…lo único que notó fue un frio desgarrador. Era
demasiado tarde…ya había iniciado el viaje.
P.D.: Una nota
de prensa comunicaba esta extraña noticia:
Encuentran
muerto a un joven en la entrada de una casa, no presenta signos de violencia….,
la puerta de la casa estaba abierta, no había indicios de que hubieran entrado
a robar…
Texto y foto de Pepa Cid
Precioso Pepa, joer que bien escribes!!!! Enhorabuena niña!!!
ResponderEliminargracias marian. Me alegra que te guste, y me anima a seguir escribiendo.
EliminarQue maravillosa descripción del paso final, me encantó, lástima que algunos no tuvieron ni ésa media hora, para despedirse en paz, de sí mísmo y de su paso por ésta vida.
ResponderEliminarPrecioso relato Pepa, Gracias