jueves, 13 de diciembre de 2012

AMIGO DE INFANCIA



AMIGO DE INFANCIA

Me pierdo en la memoria de aquellos cálidos días de verano, aquellos días que la calle era nuestra. Campo de batalla, territorio conquistado, escenario de nuestra imaginación inocente,  perseguidos por romanos o cualquier tipo de enemigos que nos hacían correr calle abajo como alma que lleva el diablo.
Que atrás quedan aquellos días, aunque puedo recordarlos como una nítida imagen en blanco y negro.
Éramos compañeros de aventuras…más bien de travesuras en esas largas tardes de verano en las que tardaba tanto en anochecer.
Cuando el tiempo…era solo eso…tiempo, y no corría ni rápido ni lento…solo pasaba. Aunque no éramos conscientes de ello.
Imágenes idílicas pulidas por el polvo de los años, que cubrió lo feo, y sólo queda un hermoso recuerdo de infancia, días grabados como una película.
Aún recuerdo como si fuera ayer esos aprendices de vida, poniendo en órbita cerillas de cera y papel plata (el que venía en la envuelta del chocolate), quemándonos algún que otro dedo…las partidas de canicas…(canicas robadas a nuestros hermanos mayores) y la curiosidad que nos llevaba más allá de los límites permitidos. Mil y una fechoría imposible que la lógica infantil argumentaba para pasar una tarde de verano.
Atrás quedaron tantas imágenes en ese pozo que es la memoria… imágenes perdidas en algún recóndito lugar que es el olvido. Las recuerdo hoy con más nitidez que nunca, rescatadas, renovadas, conservando el aroma de aquella época.
Inexorable el tiempo siguió pasando y  nos fue esculpiendo a golpe de cincel y soplo de brisa. Y cada uno labró su camino y a la vez su destino.
La vida se encargó de poner las cicatrices; las que se ven pero no duelen en el cuerpo, las invisibles más dolorosas en el alma.
Y en el rostro surcaron las arrugas muestra de sabiduría pienso sonriendo.
Sonido sordo de violín vibra en el aire melodía de esperanza  que con un acorde triste nos acaricia el oído.
Hoy siento que te hemos perdido, pero te recordamos, seguro que nos estás mirando sonriendo, con esa sonrisa de pícaro que ponías…y esa es la imagen que quedará en nuestro recuerdo, como hijo, como hermano, como amigo como compañero de  viaje. Adiós amigo, nos volveremos a encontrar en el camino.

Foto y texto: Pepa Cid