lunes, 21 de octubre de 2013

JUBILACIÓN


JUBILACIÓN

Parece que se detuvo el tiempo, instante capturado en las agujas del reloj; pero incansable siguió saltando de segundo en segundo. Segundos que se convirtieron en minutos, minutos que fueron horas, horas que trenzaron días, días que tejieron años…y después de tantos años de intenso trabajo, llegó el momento del esperado descanso.
Tiempo que a nuestro lado se transformó en amistad; en momentos compartidos. Días de lluvia y de sol, de viento y de abrigo…pero siempre aquí al pie del cañón, mejor dicho, del encerado cumpliendo con agrado con vuestro trabajo.
Tantos años, fieles compañeros en este viaje de aventuras y desventuras, de triunfos y derrotas, de días felices y alguno que otro amargo; dejando algún jirón de piel en el camino sin perder nunca la sonrisa.
Embarcados hasta llevar a buen puerto a esos pequeños barquitos que navegaban en el mar del conocimiento.
Con sabiduría, dando lo mejor de vosotros y con infinita paciencia  sin perder la pasión por enseñar.
Con imaginación y entusiasmo para hacer de la vida un juego, sin perder de vista el objetivo de enseñarles, de sentar los pilares básicos de su formación y de su crecimiento como personas.
Habéis servido de ejemplo y de guía no solo a vuestros alumnos y alumnas; sino también a los que veníamos detrás. Ayudándonos a amar nuestra profesión con vuestro buen hacer.
Bien orgullosos podéis caminar hacia vuestro descanso, a iniciar una nueva etapa. Sin prisas…tomando la vida con más calma.
Dejáis el listón muy alto, tanto en el grado de compromiso como en el trabajo bien hecho.
Y en nombre de todos los compañeros  y sin querer extenderme más como siempre a nuestra manera, es hora de brindar por vuestra jubilación.
Y ahora  “a comprarse los pasajes para el crucero” y disfrutar.
Os echaremos de menos…y esperamos que vosotros nos echéis aunque sea un “poquino” de menos…


Texto y fotos: Pepa Cid

jueves, 31 de enero de 2013

DIA DE LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA


DIA DE LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA 30 DE ENERO DE 2013

Como cada año, hoy 30 de enero, celebramos el día de la paz y la no violencia.

La paz…no solo como ausencia de guerra, ni como tema para tratarlo de forma aislada un día al año.
Es cierto que cada vez hay más conflictos en el mundo…que los intereses de unos generan la pobreza de otros…que el egoísmo enferma a los pueblos condenándolos a la soledad; y ante tan grandes problemas, pensamos que nosotros no tenemos la solución.

Construimos la paz en el día a día, con pequeñas acciones. Sembrado nuestras semillas; semillas de justicia, semillas de tolerancia, de solidaridad, de respeto, de comprensión, de generosidad…, semillas de paz.

Convencidos de que un mudo mejor es posible, en el que todas nuestras manos tienen cabida. Nuestras manos unidas en el trabajo para buscar la paz.

Ojalá que este tren de sueños convertidos en semillas, recorra todos los lugares de la tierra…que germinen…y en un futuro no muy lejano podamos recoger sus frutos; aún sabiendo que el terreno a veces es muy árido, que el viento en contra sopla fuerte, que una tormenta puede arruinar la cosecha…

La única manera de parar las guerras es sembrando semillas de paz.
Siembra paz en tu corazón…y harás crecer paz a tu alrededor.

Texto y foto:Pepa Cid.

viernes, 25 de enero de 2013

EL LLAMADOR DEL DRAGÓN 3ª Y ÚLTIMA PARTE

...

La idea de ver siempre dragones cada vez que tocaba el llamador, le hizo pensar que significaba algo, que aquello era un mensaje… con lo escéptica que había sido siempre.
El dragón la observaba, no había perdido la expresión amable de su cara, abrió la boca como para decir algo; en el fondo de su garganta apareció una perla con un brillo sin igual.
Luna fue consciente de pronto, que se encontraba ante un ser excepcional, según  había leído, ese dragón representaba el poder del sol, de la fuerza que en él reside, de la lluvia, del rayo, del trueno, del equilibrio de la naturaleza…todos estos pensamientos se sucedían a gran velocidad en su mente…eso justificaba ahora  dónde se encontraba, pero aún se preguntaba por qué estaba allí.
Soltó el llamador de golpe y cayó al suelo. Un maullido agudo llenó la estancia. Lara acudió de inmediato. Luna estaba paralizada, ausente, solo reaccionó ante la voz que pronunciaba su nombre.
-Luna ¿Estás bien? –gritó Lara preocupada
- Si, no es nada. Se me resbaló de las manos. ¡Cuánto lo siento!
-No te preocupes, no parece haber sufrido ningún daño. –Recogió el llamador del suelo y lo puso en la estantería.
-Lara, así de pronto me encuentro muy cansada.
-Si quieres nos vamos, ¿Te llevas el llamador?
-No sé, me produce sentimientos encontrados, pero cada vez me siento más atraída por él.
-Si quieres, piénsatelo unos días, y cuando estés decidida me llamas.
-Tienes razón, ahora no soy capaz de decidir. Te llamaré.
-No tengas prisa, me temo que tardaré tiempo en poder cerrar definitivamente esta casa. Al principio venía mucha gente, pero ahora apenas vengo un par de veces a la semana.

Como la primera noche después de visitar la casa, Luna no fue capaz de conciliar el sueño, aquellas imágenes y sonidos que parecían olvidados volvían a reverberar en su memoria y cada vez aparecían más nítidas.
Esa noche los sueños fueron muy intensos, muy inquietos y los podía recordar por la mañana como si los hubiera vivido de verdad. Aún dudaba que no estuviera todavía en el sueño, pues era tal la nitidez con la que recordaba los detalles…vivió toda la noche la celebración del año nuevo chino. En medio de una calle bulliciosa atestada de gente, se vio bajo el cuerpo de un inmenso dragón de tela que danzaba al ritmo de gons y tambores. Junto a otras personas, que no conocía de nada lo hacían danzar para ahuyentar los malos espíritus y para que se llevara la mala suerte, persiguiendo a un hombre que llevaba una esfera en el borde de un palo. Se acordó que esa escena representaba el conocimiento, perseguir al conocimiento. ¿Sería otro mensaje?. Luna cada vez estaba más confundida.
Se sucedieron días un tanto extraños, si seguía así caería en una depresión.
Quería pensar de forma razonable, que todo había sucedido de forma casual, que había estado muy imbuida por la cultura oriental y ahora le estaba pasando factura, ya no sabía qué pensar y si durante el día lo conseguía, la noche era insoportable.
Las horas se sucedían lentamente alternando periodos de sueño aunque intranquilo,  con periodos de insomnio en los que no dejaba de escuchar aquel maullido.
No se decidía, bien era cierto que aunque eran encuentros extraños cada vez que tocaba el llamador, también recobraba una paz que no había tenido en todos estos días.
Al final, marcó el número de teléfono de Lara. La espera se le estaba haciendo interminable, Lara no acababa de coger el teléfono.
-¿Sí, dígame? –sonó al otro lado de la línea.
-Hola, está decidido, me quedo con el llamador –sentenció Luna.
-Creo que es una buena decisión.
- ¿Cuándo podremos acercarnos a por él? Después de todos estos días de pronto me ha entrado la prisa.
-¿Te viene bien esta tarde?
-¿Estás de broma?...pués claro que sí, dime la hora y estoy allí como un clavo.
- Salgo del trabajo a las ocho, ¿te viene bien las ocho y media?
- Allí estaré –confirmo Luna con la voz casi temblándole.

Llegó a la puerta diez minutos antes de la hora acordada. Tiempo que se le hizo interminable, hasta que vio aparecer de nuevo el utilitario azul bajando la cuesta.
-Por fín te has decidido –fue el saludo de Lara.
-Sí, me ha costado , pero al final aquí estoy.
Otra vez dentro de la casa ese olor ocre a cerrado…más huecos vacios entre los pocos muebles que quedaban, más polvo en las estanterías, más silencio…
Notaba como el pulso se le aceleraba a medida que se acercaba al llamador, pero ahora era muy distinto, una calma la inundaba, estaba serena, en paz con todos los elementos. Un maullido rompió el silencio casi perfecto que reinaba en el pasillo. Luna miró en todas direcciones, buscando al gato que maullaba pero no parecía haber ni rastro del animal. Tan solo en la pared se proyectaba una sombra que más que a un gato, le recordaba a un dragoncito pequeño, muy pequeño.
Cogió con decisión el llamador esperando que ocurriera algo extraordinario como en ocasiones anteriores; pero curiosamente no sucedió nada. Luna se extrañó, pero lo agradeció.
No perdería ni un segundo, se despidió de Lara decidida a irse a casa para colocar el llamador en la puerta.

Prácticamente estaba colocado, se echó hacia atrás para verlo con más perspectiva, le pareció que el llamador la miraba, se acercó de nuevo, lo tocó. Que sensación más extraña la invadía, cada vez se sentía más liviana, flotaba cierto olor a azufre en el ambiente, y de fondo, esa música que le resultaba tan familiar. Parecía que se descompusiera en ínfimos pedazos que se volvían a recolocar, pero ya no era ella, ahora…maullaba y permanecía inerte sobre la puerta de su casa.

Texto y foto: Pepa Cid.

viernes, 18 de enero de 2013

EL LLAMADOR DEL DRAGÓN (2ª PARTE)

....


No le comentó nada de lo sucedido, de momento prefería digerirlo y analizarlo, luego ya vería. De vuelta a su casa no dejaba de darle vueltas al asunto. Recordó de pronto aquellas visiones que en ciertas ocasiones tenía al tocar algunos objetos, había perdido los recuerdos en el tiempo, y de pronto se agolpaban como si hubieran sucedido en ese instante.
Le dio un vuelco el corazón, recordó que en una de esas visiones tocaba el llamador de la puerta de su abuela, y recobraba vida un pequeño dragoncito, este entero,no solo el rostro,  que maullaba como un gato. Recordaba el eco por toda la casa y a veces lo escuchaba aún sin tocar el llamador, como si la noche fuera su aliada y saliera a pasear su pena y su tristeza, vagando sin consuelo en noches de luna llena.
¡Cómo era posible que hubiera olvidado ese recuerdo!
Se pasó toda la noche dando vueltas en la cama, con un sueño espeso en el que se iban mezclando realidad y fantasía; dragones, lunas, olores, músicas, tormentas… combinaciones absurdas que solo su subconsciente entrelazaba como piezas deformes de un rompecabezas que no encajaba.
Cuando parecía que ya descansaba, sonó el timbre del despertador, un zumbido agudo que atinó a parar de un golpe seco.
Tenía sentimientos encontrados. Por un lado no quería volver a la casa, pero por otro, ya había decidido que el llamador del dragón era lo  que quería comprar.
Llamó por teléfono a Lara, no quería dar la sensación de estar ansiosa por volver a la casa. Quedaría con ella para tomar un café, y de forma casual, sacaría el tema.
-¿Lara?
-¿Sí?
-¿Tienes planes para esta tarde? –Le preguntó intentando ocultar su ansiedad.
- No,  tengo la tarde libre. Pensaba ir a pasear.
-¿Te apetece que nos tomemos un café?
-Sí, así te cuento las últimas novedades.
Luna salió dispuesta a quedar con Lara para volver a la casa, aunque no sabía aún la estrategia que utilizaría para que pareciera una situación natural, no forzada.
Después de saludarse, se sentaron en su velador preferido, en el de la esquina de la izquierda, en esa plaza siempre tan bulliciosa. Después de ponerse al día, aunque sin ningún entusiasmo, de los modelitos que se había comprado Lara, del amigo nuevo que tenía, y de los cotilleos del trabajo, salió el tema; de manera casual como había planeado Luna.
-¿Te acuerdas de los dueños de la casa de la que te hable? –Dijo Lara-
-¿Qué casa, que dueños? -Se hizo la despistada, como si no supiera de que le estaba hablando.
-Del matrimonio que ella es oriental –aclaro Lara.
-Ah sí, dime ¿qué pasa con ellos?
-Se van de inmediato, no pueden quedarse más tiempo.
Luna la miraba como distraída, no quería aparentar que estaba ansiosa por preguntarle los detalles.
-¿Ocurre algo?- Luna lo preguntó sin ninguna convicción
-No, simplemente han decido que su tiempo aquí ha terminado.
-¿Y qué van a hacer con la casa?
-De momento nada, yo seguiré enseñándola y haciendo propaganda de ella, hasta que la vendan. Ya está en manos de una inmobiliaria. ¿Te apetecería volver? Al final no cogiste nada, había un llamador que te gustaba ¿no?
- Sí, pero no sé, tengo mis dudas sobre él.
- ¿Quieres verlo de nuevo?
-¿me llevarías otra vez?
-Este sábado no trabajo por la mañana, ¿tienes un hueco? Si quieres quedamos.      

Se encontraban de nuevo ante la casa, la calle seguía igual de vacía que aquella primera tarde.
Por mucha calma que quisiera aparentar, a Luna se le notaba inquieta, pero Lara no quiso decir nada.
Tras entrar, otra vez le invadió eso olor rancio de lugar cerrado. Todo estaba tal cual lo habían dejado. Más polvo si cabe en los estantes ya medio vacíos. No se fijó en ningún objeto más. Se dirigió directamente al llamador, convencida de llevárselo.
Se subió en el banquito colocado para ese propósito para cogerlo, pero al tocarlo… volvieron a su mente imágenes de dragones…  No era de noche, tampoco de día, había una luz extraña, se encontraba en medio del mar, en el centro de una gran tormenta, no entendía nada, no había nada, solo mar y dragones de agua. No parecían extrañados por su presencia.
 Caía una lluvia torrencial, y los truenos sucedían a los relámpagos a gran velocidad,  tenían encima la tormenta. No era tierra firme ¿estaría en un barco? no lo parecía…de pronto vio como sobresalía por encima del agua, sobre algo que se movía y elevaba  sus pies…¿Un dragón? ¿Realmente estaba subida encima de un dragón?...
Esto es de locos pensó. Pero lo más curioso de todo, es que no tenía miedo, que estaba tranquila, y al dragón tampoco le importaba mucho que estuviera en su espalda. Giró la cabeza hacia ella, y aunque pareciese increíble ¿la estaba mirando con ojos tiernos? Cerró los ojos con la esperanza de que cuando los volviese a abrir todo hubiera sido un sueño. Pero al abrirlos, descubrió que no era un sueño, que ahí seguía la tormenta, y ella en medio de la nada sobre un dragón. Llegó a pensar que había perdido el juicio, que había estado demasiado obsesionada y ahora la razón le estaba haciendo una mala pasada. ....
CONTINUARÁ...
Foto y texto: Pepa Cid.

EL LLAMADOR DEL DRAGÓN (1ª PARTE)